Susurró con incredulidad

A Martha se le cortó la respiración mientras se alejaba de la caja. “No puede ser”, susurró, con la voz apenas audible por la incredulidad. Lo que había visto desafiaba todo lo que creía saber. George le dio un asentimiento solemne, confirmando su peor sospecha. “No es una serpiente”, dijo en voz baja, con sus ojos fijos en los de ella con el peso de la verdad.

Se acercó de nuevo, el miedo ahora mezclado con una profunda curiosidad. “¿Entonces qué es?”, preguntó, con la voz temblorosa. George no respondió de inmediato. Intercambió una mirada con el resto del equipo antes de volverse hacia ella. “Es algo mucho más raro”, dijo con gravedad. Martha sintió un escalofrío recorrer su espalda. “Dime”, exigió. “Necesito saber qué ha habido en mi casa.”

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