La hora del cuento de Bill
Bill se inclinó hacia mí, bajando la voz casi a un susurro. “En los tiempos en que las carreteras eran más salvajes”, comenzó, con la mirada perdida. Sus palabras tenían peso, como si cada frase hubiera sido elegida con cuidado, llena de significado. No necesitaba decir mucho para pintar una imagen de una época en la que McClain no era solo un nombre, sino una fuerza a tener en cuenta. El tono de Bill tenía el tipo de reverencia reservada para alguien que lo había visto todo, alguien que había vivido esas historias de primera mano.
Lo que Bill me estaba contando no era solo un cuento, era el tipo de leyenda que aún conservaba poder en el mundo de los motociclistas. McClain no había sido solo una figura en la carretera; había sido un ejecutor, alguien cuya reputación lo precedía. La tranquila reverencia de Bill dejaba claro que McClain se había ganado su lugar en la historia. Esas historias eran parte del tejido de la carretera, tejidas en cada conversación susurrada en gasolineras como esta. Incluso ahora, mientras Bill hablaba, casi se podía sentir el peso del pasado de McClain en el aire.