Paciencia serena

McClain permaneció allí, impasible, su presencia tan firme como una montaña. Aunque la tensión en el ambiente era casi insoportable, el camionero no parecía tener prisa por resolver nada. Se sentía perfectamente a gusto esperando, su paciencia casi palpable. Era como si lo hubiera visto todo antes, y los pequeños dramas del mundo no necesitaran ser apresurados. Simplemente se quedó de pie, sus ojos escudriñando la multitud, captando los sutiles cambios en las personas a su alrededor, confiado en que la situación se desarrollaría a su debido tiempo.

Había una tranquila certeza en McClain que parecía hacer que todo lo demás fuera irrelevante. No necesitaba hacer grandes gestos ni hablar en voz alta para imponer respeto. Era su calma, su silencioso entendimiento del momento, lo que poseía el mayor poder. La multitud estaba en silencio, esperando el siguiente movimiento, pero McClain no mostraba signos de impaciencia. Se contentaba con dejar que el momento se asentara y revelara lo que todos los demás habían pasado por alto; no necesitaba forzarlo; el silencio hablaba por él.

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