Respeto tácito

Bill se acercó a mí, su voz un susurro bajo: «Los camioneros tienen un código de respeto tácito». Había algo en la forma en que lo dijo, como si me estuviera revelando un secreto que pocos forasteros entenderían. Sus palabras llevaban el peso de años en la carretera, de reglas no escritas que gobernaban el mundo de los camioneros. Tenía sentido, la forma en que el camionero se comportaba, imponiendo respeto sin tener que levantar un dedo, solo con su presencia.

La explicación de Bill le dio una nueva capa de profundidad a la situación. No se trataba solo de un enfrentamiento entre motociclistas y un camionero. Era una danza silenciosa de respeto, de historia y de códigos no escritos que iban más allá de los gestos y las palabras ruidosas. La calma del camionero, su comportamiento inquebrantable, hablaba de un mundo muy alejado del que presenciábamos en ese momento. La tensión no solo estaba en el aire, era parte de una narrativa más grande y tácita que ninguno de nosotros podía comprender completamente, pero que Bill parecía entender demasiado bien.

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