Conteniendo la respiración

No fue hasta que el aire se quedó inmóvil que me di cuenta de que estaba conteniendo la respiración, completamente absorto en el enfrentamiento. La tensión entre los motociclistas y el camionero era palpable, espesando el espacio a nuestro alrededor, y aun así no había una solución a la vista. Todos estábamos atrapados en un limbo, esperando el choque inevitable o quizás una paz inesperada. Cada segundo se estiraba, cargado de potencial, como si el momento estuviera suspendido en el tiempo.

Podía sentir el pulso de la anticipación vibrando a través de la multitud, su intensidad creciendo con cada segundo que pasaba. Todos estábamos atrapados en este momento colectivo, inseguros de lo que vendría después, pero seguros de que, fuera lo que fuese, lo cambiaría todo. Era una extraña mezcla de emoción y pavor, como la calma antes de la tormenta, y podía sentir a la multitud —y a mí mismo— aferrándose al borde de algo que estaba a punto de romperse.

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