Un Asentimiento Cómplice
Bill estaba a mi lado, con los ojos entrecerrados mientras observaba la escena desarrollarse con una intensidad silenciosa. Hubo un momento en que nuestras miradas se encontraron, y capté un breve y cómplice asentimiento de su parte, un gesto casi imperceptible que decía mucho. Era como si Bill entendiera algo de la situación que el resto de nosotros aún no habíamos descifrado, una capa más profunda que solo un hombre con su experiencia podía percibir.
Sus palabras, tranquilas y casi para sí mismo, añadieron al misterio. «Siempre hay más debajo de la superficie», murmuró, como si ofreciera una visión críptica de la calma del camionero. La comprensión sin esfuerzo de Bill me hizo ansiar preguntarle qué veía, pero su silencio sereno decía más que cualquier explicación. Era la mirada de alguien que había visto suficientes complejidades de la vida como para reconocer cuándo algo significativo estaba ocurriendo.