Las risas del camionero
En lugar de reaccionar con ira o frustración, el camionero soltó una risa suave y constante. No era el tipo de risa ruidosa y descarada que esperarías de alguien que está siendo provocado, sino una risa tranquila, mesurada e inesperadamente adecuada para el momento. “¿Una carrera, eh?”, dijo, su voz denotando una tranquila diversión. Sus ojos brillaron con un toque de humor, y la multitud, aún en vilo, intercambió miradas confusas. Estaba claro que no sabían qué pensar, pero fue suficiente para provocar algunas risas cautelosas entre los espectadores.
Había algo en este camionero, algo inquebrantable en su calma. Su risa, a diferencia de la de Travis, no parecía forzada. Tenía un peso, como si no solo estuviera reaccionando a la situación, sino reconociéndola de una manera que ninguno de nosotros había esperado. Añadió una nueva capa al misterio que pendía sobre la escena, profundizando la sensación de que esto no era solo un enfrentamiento ordinario. Pasara lo que pasara, estaba claro que este hombre no era alguien a quien se pudiera inquietar fácilmente.