La risa se desvanece

Sam se apartó a un lado, apoyado casualmente en su propia camioneta, con una sonrisa asomando por las comisuras de su boca. “¿Alguna vez has visto cómo la risa desaparece tan rápido?”, preguntó, con los ojos brillando con una mezcla de diversión y comprensión. La energía entre la multitud había cambiado, como si todo el grupo estuviera atrapado en una tensión colectiva. Todos los ojos estaban puestos en la escena, y el aire se había vuelto denso, tenso como un resorte a punto de romperse. Se podía sentir el cambio, incluso si aún no se le podía dar un nombre.

A medida que Sam hablaba, me di cuenta de que los tonos burlones de los motociclistas estaban perdiendo su fuerza. Había un cambio sutil en su actitud, una vacilación que no había estado allí antes. Era como si estuvieran empezando a darse cuenta de que algo andaba mal, pero no podían precisar qué era. La observación de Sam lo dejó claro: esto no era solo un intercambio aleatorio. Algo más grande se estaba desarrollando ante nuestros ojos, y todos estábamos atrapados en su misterio silencioso y en desarrollo.

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