Para prevenir futuros incidentes

Decidida a no enfrentar nunca más una prueba similar, Martha adoptó dos gatos de un refugio local. “Les presento a Bigotes y Sombra”, dijo orgullosa, presentándolos a sus amigos de visita. La curiosa pareja exploró rápidamente cada rincón de su nuevo hogar, metiendo sus narices en los armarios y persiguiendo presas imaginarias debajo de los muebles. Su energía y presencia vigilante instantáneamente trajeron vida y movimiento a la casa, antes tan silenciosa.

A medida que los gatos se adaptaban, Martha sintió una sorprendente ola de consuelo. Viéndolos jugar, se rio más de lo que lo había hecho en semanas. “Ustedes dos son mis pequeños guardianes ahora”, bromeó, lanzando un ratón de juguete por el suelo. La idea de que pudieran ahuyentar a futuros intrusos roedores la hizo sentir más segura. Con su compañía, el miedo que una vez gobernó sus noches comenzó a desvanecerse, reemplazado por una juguetona sensación de paz.

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