El equipo se preparó
Todos en la cocina parecían contener la respiración mientras George tomaba el control del siguiente paso crucial. Su voz, ahora fuerte y firme, rompió el silencio. “A la de tres, levanten el vaso y deslicen la caja sobre él”, instruyó, clavando la mirada en ambos miembros del equipo. Asintieron al unísono, posicionándose con una facilidad practicada, cada músculo preparado para una acción rápida y sincronizada.
Martha no se movió, congelada en su lugar por la expectación. George comenzó la cuenta atrás. “¡Uno… dos… tres!” En un borrón de movimiento, los respondedores actuaron, levantando el vaso y guiando la caja de contención sobre la forma retorciéndose. Los ojos de Martha nunca se apartaron de la criatura, observando cómo la trampa se cerraba. Este era el momento en que todo podía salir mal, o finalmente terminar.