La mano de Martha le dolía

La mano de Martha le palpitaba de dolor mientras luchaba por mantener la presión sobre el cristal. La fuerza de la criatura aumentaba y golpeaba la barrera con una fuerza que hizo que sus dedos resbalaran ligeramente. Sentía cómo su energía se agotaba, sus músculos le ardían por el esfuerzo. “¡George, no puedo aguantar mucho más!”, gritó, con la voz ronca por la tensión y el miedo.

George permanecía cerca, moviéndose con nerviosismo pero sin ofrecer mucho más. “Solo unos minutos más, Martha”, dijo, forzando la calma en su voz. Pero los minutos se sentían como horas, y la paciencia de Martha se agotaba. Sus pensamientos giraban en un frenesí de pánico y dolor. “¡No necesito consuelo, necesito ayuda!”, espetó, con los dientes apretados contra el dolor que le subía por el brazo.

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