La ansiedad de Martha se disparó

El pánico de Martha se intensificó cuando George comenzó a retroceder, claramente reacio a involucrarse. “¡No puedes dejarme así!” gritó, su voz resquebrajándose bajo la presión. Todo su cuerpo temblaba y su corazón se aceleró mientras la situación se descontrolaba. George parecía devastado pero no se acercó.

“Lo siento, Martha”, susurró, “pero esto va más allá de cualquier cosa que haya manejado”. En ese momento, la criatura se agitó de nuevo bajo el cristal, haciéndolo vibrar violentamente. Martha miró a George con lágrimas en los ojos. “Por favor”, susurró, con la voz apenas audible. “No me dejes sola con esta cosa.”

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