Más de lo que parecía

El hombre se presentó como George, un veterinario local que a menudo ayudaba con llamadas relacionadas con animales. Martha no perdió el tiempo explicando todo, desde el extraño movimiento en el agua hasta la cola que acababa de aparecer. “Todavía está bajo el cristal”, dijo, haciéndose a un lado ligeramente para que George pudiera ver.

Se agachó y miró cuidadosamente debajo del borde del cristal. En cuestión de segundos, retrocedió conmocionado. “¡Eso no es una serpiente!”, exclamó, con los ojos muy abiertos y alarmado. Martha lo miró con incredulidad. “¿Qué quieres decir con que no es una serpiente?”, gritó. Su miedo solo se profundizó con su reacción.

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