Una sensación de satisfacción
Mientras Elara cerraba la puerta suavemente, una ola de calma la invadió. Había recuperado su dignidad y su paz.
“Hice lo que tenía que hacer”, pensó, respirando profundamente.
El camino había sido doloroso, pero cada elección había sido necesaria. El orgullo que sentía ahora no provenía de triunfar sobre otros, sino de elevarse por encima del caos con su integridad intacta.
Su fuerza ya no era solo interna, irradiaba hacia afuera.
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