Una elección decisiva

Julian, reacio a aceptar las súplicas entre lágrimas de Elara, solicitó el divorcio. El proceso fue rápido y agonizante. Empacando solo sus pertenencias personales, Julian se alejó de la vida que habían construido juntos.

“No puedo quedarme aquí”, murmuró, cerrando la puerta detrás de él por última vez. Elara permaneció inmóvil en la casa vacía, con lágrimas corriendo por su rostro mientras veía al amor de su vida desaparecer en la distancia.

Advertisements
Advertisements