El Suave Final del Día


A medida que el cielo se profundizaba en tonos ámbar y rosa, Jamie y Sarah decidieron volver adentro. El viaje emocional del día los había dejado a ambos cansados, pero también más conectados que nunca. La luz dorada se filtraba por las ventanas como un cálido abrazo.

Se movieron a través de la familiar rutina de la hora de acostarse con tranquila intención: cerrando puertas, atenuando luces, doblando mantas. Había un consuelo en lo ordinario, un ritmo que no habían compartido en demasiado tiempo. Y en esos suaves y hogareños momentos, encontraron un nuevo comienzo echando raíces silenciosamente.

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