Comodidad por encima de la convención
Los aeropuertos no son precisamente conocidos por su ambiente acogedor, pero estas dos mujeres claramente no se enteraron, o decidieron ignorarlo por completo. En lugar de soportar las rígidas sillas del aeropuerto, transformaron el suelo de la terminal en su propia sala de lectura privada. Con las piernas cómodamente entrelazadas y libros en mano, lograron encontrar serenidad en un espacio donde la mayoría de la gente solo quiere escapar del ruido y los retrasos.
Lo que hace esta escena aún más entrañable es la calma sin disculpas que irradian. Entre los pasajeros cansados e inquietos que las rodean, parecen completamente inmersas en su lectura, imperturbables por el entorno menos que ideal. Es un audaz recordatorio de que los retrasos en los viajes podrían ser solo cuestión de perspectiva, y que un buen libro puede convertir incluso el suelo de un aeropuerto en un santuario.